Para hacer frente a los desafíos impuestos por
las crisis que ocupa la economía global, será necesaria la
cooperación mundial. Lo bueno es que la dinámica de crecimiento ha
seguido ganando fuerza tal como se observa en la economía mundial.
Pero, aún persisten señales de nubes grises en el horizonte. Es el
caso que preocupa por las progresivas tensiones comerciales, el
aumento de la volatilidad que han experimentado los mercados
financieros en los últimos tiempos y la mayor incertidumbre sobre la
geografía económica y social (geopolítica).
Por otra parte los commodity andan en burbuja flotante en franco
descontrol en dirección donde las lleve el viento, sin reflexionar
sobre los funestos estragos que causan a la economía global en
ocasión de la pandemia y, fortalecida por el conflicto bélico entre
Ucrania y Rusia. En respuesta a la crisis financiera, económica
global y básicamente sanitaria. Los gobiernos han adoptado medidas
para prevenir la pérdida de empleos y reforzar las competencias. En
alusión a esas acciones de los gobiernos, con el fin de mermar el
lesivo impacto económico y social de la crisis y fomentar el empleo,
los ingresos de las familias y el crecimiento económico, y reducir
la pobreza. Fomentar el desarrollo humano la protección social y el
trabajo que se centra en la promoción de la capacidad de
recuperación, la equidad y las oportunidades para los sectores más
vulnerables y las personas más pobres.
Una intervención considerable del Estado, es fundamental frente a la
situación actual, mitigar los efectos de la crisis. La mayoría de
los países afectados, todos no sólo se han avocados a adoptar
medidas fiscales y monetarias expansionistas para estimular la
economía, sino que también han intervenido de manera directa para
brindar una forma de protección ante la dificultad o crear empleos,
mantener las competencias y facilitar la correspondencia entre las
personas que andan a la caza de trabajo y los empleadores, y
proteger los ingresos de los desempleados y de los grupos más
deprimidos.
El diálogo social busca respuestas políticas. Hasta qué punto los
países estaban preparados para responder a una crisis de múltiple
magnitud: económica, sanitaria, social, emocional y hasta
existencial. Con la aparición de la pandemia, quedó al descubierto
que la mayoría de los países, no poseían un sistema de seguridad
social eficaz, haciendo que durante la crisis brotaran todas las
grandes debilidades del sistema. Incluyendo, además, las debilidades
existentes en la cobertura de los programas, que son
sistemáticamente deficientes e injustas.
Las políticas del incremento y la extensión del nivel de duración de
los subsidios de desempleo, han sido muy útiles, pero en algunos
casos, es probable que hayan beneficiado en mayor magnitud a los
trabajadores del sector formal. Pero existen muchas lecciones en lo
que se refiere a cómo mejorar su aplicación y reformular sobre el
sector informal. Las repercusiones de la crisis para los
trabajadores y los efectos en los mercados de trabajo. Lo
recomendable debería ser que los órganos rectores se concentren en
mejorar la coordinación entre las políticas macro y sectoriales, con
enfoque de extender la cobertura de seguridad social al universo de
los trabajadores, reconsiderar la elaboración de programas activos
del mercado de trabajo incluyendo aquellos dirigidos a estimular la
demanda laboral, invertir en los sistemas de información, más
oportuno aún, que hay en carpeta la intención de una modificación al
código de trabajo, promover el diálogo social e incrementar la
supervisión para evitar violaciones de los derechos en el trabajo.
La participación del sector privado es de suma importancia
especialmente los bancos en la solución de las crisis, en parte para
ayudar a resistir los problemas de balanza de pagos ofreciendo
asistencia financiera temporal. Como las devaluaciones excesivas o
la imposición de barreras al comercio, que tuvieran consecuencias
innecesariamente perjudiciales para ellos mismos. Pero ahora que los
problemas de balanza de pagos se manifiestan en ocasiones como forma
de salidas considerables y repentinas de capital, podrían hacer
falta recursos mucho más cuantiosos para ayudar a superar los
problemas. Por este motivo está ahora primado el papel que puede
desempeñar el sector privado para ayudar a resolver las crisis.
El volumen de recursos externos que necesita atraer el país para
mantener un nivel razonable de actividad económica será muy esencial
para conservar un equilibrio de la balanza de pagos en cuenta
corriente, es decir, el dinero que en principio se puede necesitar
para las compras de importaciones menos los ingresos en divisas que
obtendría de las exportaciones, que la suficiencia de las reservas
del país en divisas se mida por el número de meses de posibles
importaciones que podrían pagar.
Hay Medidas que deben ser adoptadas con carácter de inmediatez
durante el proceso de superar la crisis. Permítanme recordar las
medidas principales que los bancos centrales y los gobiernos deberán
adoptar durante la crisis, agrupándolas en cuatro categorías:
1. Ajustes a la política monetaria,
2. La estrategia de apoyo al crédito,
3. Ajustes a la política fiscal, y
4. Medidas de apoyo al sistema financiero.
En el ámbito de la política monetaria, desde el inicio de la crisis
con su crudeza implacable. Las lecciones y los desafíos para el
futuro, demandan de una significativa reforma de la arquitectura
financiera internacional. La crisis que comenzó con el covid-19 se
ha convertido en el corto tiempo en una de las más funestas
económica y socialmente costosas de las experimentadas en el mundo
en mucho tiempo. Incluyendo la del 1929. Si queremos minimizar el
riesgo de que se repita en el futuro, estamos obligados a extraer
todas las lecciones que la crisis nos ha enseñado a su paso.
No es posible. No hay retorno al status quo. Cuando consideramos la
gravedad del costo económico y social de la crisis y la cantidad de
recursos públicos empleados para reactivar los diferentes sectores
de generación de riqueza, todos deberíamos aceptar el principio de
que, sencillamente, no podemos volver al mundo de antes de la
crisis. Las autoridades públicas como las instituciones en sentido
general tienen una responsabilidad colectiva para corregir con
sentido crítico las debilidades de los marcos de regulación y de
supervisión a la brevedad.
Por eso la osadía de hacer referencia a el auténtico legado del New
Deal (literalmente en español: «Nuevo trato»), fue el nombre con que
bautizo el presidente de los Estados Unidos, de entonces Franklin D.
Roosevelt a su política intervencionista puesta en marcha con el
objetivo de revolucionar las expectativas para luchar contra los
efectos de la Gran Depresión en Estados Unidos. Entre los años 1933
y 1938 con el objetivo de sostener a las capas más pobres de la
población, reformar los mercados financieros y revitalizar una
economía golpeada desde la caída repentina e intensa de los mercados
financieros de 1929 por el desempleo y las quiebras en cadena. Los
resultados económicos fueron moderados, pero la situación mejoró.
Gran parte de las inversiones del New Deal procedían de los
impuestos, ya que, de otro modo, el gobierno tendría que haber
aceptado un déficit presupuestario. Esto significaba que una parte
del dinero destinado a pagar el sueldo de los nuevos empleados se
deducía del salario del que disfrutaba de un empleo. Esto comprueba
que Roosevelt desconocía de fondo las medidas recomendadas por
Keynes ya que este indicaba que el aumento de gasto, y, en
consecuencia, del déficit era algo positivo en épocas de crisis.
Habrá que tomar algunos ejemplos del contenido histórico del (New
Deal), considerando claro está la diferencia de la época y que las
necesidades de la humanidad hoy son muy distintas.
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