Virgilio Díaz Ordóñez.
SAN PEDRO DE MACORÍS, R.D. (VIPRENSA).- El poema
“Intimismo” muestra desde el inicio hasta el final
la capacidad creativa y el gran caudal imaginario
del dominicano Virgilio Díaz Ordóñez. El texto es un
llanto por la madre muerta. Sin embargo, el poeta en
ningún momento menciona la madre ni la muerte, y no
deja de transmitir por ello el mensaje deseado, que
es el lamento, el clamor y la angustia por la
desaparición física de su progenitora.
El autor tira apropiadamente de recursos
lingüísticos que conducen al lector por un mundo
mágico y fascinante del que no se puede escapar
sabiendo, y sin saber de qué nos habla. Es el
magistral manejo de figuras literarias que
convierten al poema en una pieza única y conmovedora
tanto por la forma en que es abordado el tema
central de la obra, como por el significado mismo de
ésta.
El recurso que guía todo el poema es el apóstrofe,
figura de pensamiento que consiste en hablar con un
ser imaginario, inanimado, o inconsciente; o con una
persona ausente o fallecida. La pieza completa es
una emotiva conversación con una prenda de vestir.
Vieja camisa rota;
Ya no hay quien te remiende.
Al mirarte de mi memoria brota
Un recuerdo que poco a poco enciende
Un fanal misterioso
En tu oscuro pasado y en el mío.
Así comienza el diálogo que abarca palabra a palabra
y verso a verso el enternecedor poema con el que
Díaz Ordóñez llora la muerte de su madre, y en el
que según nos vamos adentrando se desvela la razón
del triste lamento que nos envuelve a lo largo de
toda la composición.
Bien pudo el autor haber escogido otro recurso para
manifestar su dolor y su tristeza. Pudo haber usado
el apóstrofe para interactuar directamente con la
madre muerta. O pudo haber construido una
composición escritural en tercera persona para
definir la ternura y las atenciones recibidas por
ella mientras vivía; e incluso establecer un símil
que marcara su sentimiento a partir de lo que
significa tener a su madre y lo que significa no
tenerla. No obstante, se aferra a parlar con una
camisa, que, al mirarla, al palparla y contemplar en
ella los zurcidos y los remiendos, emerge fresco a
la memoria el recuerdo de la progenitora. Es como si
viera en la camisa la imagen de la madre. O más
interesante aun, como si al imaginar a las manos de
la madre cosiendo la prenda, sintiera las caricias
que ya no puede percibir. Entonces su alma llora.
(…)
manos santas aquellas que a los dos nos cuidaron
que en silencio profundo, diáfano, pensativo
apegaron a ti el botón fugitivo,
y en mi alma cuanta herida dolorosa curaron.
Camisa, y quien dijera que habrías de durar más
que la mano aquella que te solía cuidar.
En tus zurcidos vive aún la huella de esas manos de
paz.
Blancas y puras.
Además del apóstrofe, el vate petromacorisano emplea
otras figuras que dan al texto no sólo sentido y
coherencia, sino también mucha fuerza poética
cargada de elegancia y estética. La hipérbole es una
ellas. Es el recurso encargado enfatizar algo por
medio de la exageración, pero en una forma tan
artística, que le resulte imperceptible, o por lo
menos creíble al lector, tal como lo hace Díaz
Ordóñez.
Y entonces fue cuando afanosamente
unas manos que tanto conociste,
hicieron sobre ti, pobre convaleciente
cien zurcidos que ahora son un recuerdo triste.
Como se puede apreciar, a lo largo de la pieza
poética también encontramos elegantes metáforas, y
una cantidad notable de hipérbaton, que es una
figura retórica en la cual se altera la sintaxis
habitual de una oración, siendo una de sus
manifestaciones más comunes la inversión del orden
del adjetivo respecto al sustantivo. “Vieja camisa
rota;” “En tu oscuro pasado y en el mío.” “El sitio
de notoria preferencia (…)”
De Virgilio Díaz Ordóñez, que nació en San Pedro de
Macorís el 5 de mayo de 1895, y que publicó gran
parte de su obra bajo el pseudónimo de Ligio Vizardi,
ha dicho Reynaldo R. Espinal, que es “poseedor de
una depurada cultura humanista”, lo cual queda
evidenciado en la profundidad de los temas tratados
en su poética (de lo que Intimismo no es la
excepción), y en sus discursos. Nuestro poeta
también se destacó como un brillante orador.
Igualmente descolló como abogado, como diplomático,
y fue además un excelente educador. “Todavía en los
muros sagrados de la prestigiosa Universidad de
Georgetown, de Washington D.C., retumba la voz
catedralicia del pedagogo inspirado ofreciendo
clases de literatura española en aquel respetado
recinto de elevado apostolado académico”, escribió
el ensayista Rafael Escotto refiriéndose al autor de
“Intimismo”.
Lo anterior nos conduce a comprender con facilidad
la razón por la cual Virgilio Díaz Ordóñez produjo
textos literarios de la calidad de “Los nocturnos
del olvido” (1925), “La sombra iluminada” (1923),
“Figuras de barro” (1930), “Poemario” (1947) y
“Archipiélago” (1947), entre otras; así como
interesantes trabajos publicados de manera póstuma,
entre los que se encuentra un curso de literatura
española titulado “El Siglo de Oro español” (1985).
También permite percibir con mayor facilidad el
amplio desfile de recursos lingüísticos utilizados
por el autor para envolvernos en su intimismo y en
su nostalgia reflejados en el poema que aquí
analizamos, el cual termina casi como comienza.
Tu bien sabes porqué mi llanto brota.
Ya no hay quien te remiende,
Vieja camisa rota.
Por Simeón Arredondo
Poeta y escritor dominicano residente en España
simeonarredondo@gmail.com
¡Conéctate e Infórmate con Veracidad Informativa! Suscríbete a nuestro canal de YouTube y activa las notificaciones; o bien, síguenos en redes sociales: Facebook y Twitter.